Mi madre e Iniesta

Ahora que el paro y la crisis golpean con dureza en nuestro país, sólo me queda mi madre y Andrés Iniesta. La primera incluso a veces no apoya y molesta, pero Don Andrés sólo da alegrías. Es un fenómeno. Mi novia está en Londres, pero ella no vibra con estas cosas del fútbol, y como no la tengo cerca, me consuelo como diría Luis Enrique, con el orgasmo de ver jugar al Barça.

Nunca había visto una explosión de júbilo como la de la noche del miércoles. El bar se vino abajo, la gente se abrazaba, saltaba, gritaba, lloraba, rompía vasos, movía mesas, se meaba en el Marca, etc. ¡¡Fue la apoteósis!! Cómo algo tan simple como un gol generó en todas las personas estos actos de excitación es difícil de explicar. Es como si nos preguntásemos a estas alturas porque dos tetas pueden provocar una guerra, o porqué lo dejas todo por dos pechos. Buff!!! El fútbol no es tan antiguo como el sexo, pero como el chocolate, excita.

Sobre todo está el esfuerzo, la complejidad, la técnica, el talento, la esencia del deporte, el compañerismo, los panchitos en el bar, las pipas en la grada, la camiseta de tu equipo con tu nombre detrás, las locuciones alocadas en la radio, el "pepe un purito", el "dale oli" de la cadena Ser, la voz de Michael Robinson, el creer que todo lo sabes, porque de fútbol entiende todo el mundo, ahí todos somos los más listos de la clase,... quien no lo entienda que no se preocupe en buscar razones. Miles de personas salieron a la calle a celebrar el gol de Andrés. No salen a la calle para solidarizarse con el Sahara Occidental pero sí con Andrés. No me paece bien, pero sé que algo les mueve.


Yo quiero la camiseta del Master Series de Madrid. 2-6. Visca Barça!!

Todos quisimos hacer el gol de Iniesta.

Al menos todos lo cantamos con él.

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